Tema 10: Arte Siglo XIX

Directrices PAU: ARTE DEL SIGLO XIX

1.- Introducción. Romanticismo: Delacroix; Realismo: Courbet.

2.- Arquitectura. Historicismos. Edificios de hierro y cristal. El Modernismo.

3.- Impresionismo: Monet, Renoir, Degas. Las esculturas de Rodin.

4.- Postimpresionismo: Cézanne, Gauguin y Van Gogh.

Como preludio al arte contemporáneo explicar al alumno el sentido de cambio perpetuo que impera en el terreno artístico a lo largo de los siglos XIX y XX, como reflejo de una sociedad deseosa de encontrar nuevas soluciones a los problemas que acuciantemente se le presentan.

De entrada, Romanticismo y Realismo se convierten en una actitud ante la vida. Enfocar el Romanticismo como una pose adoptada por los artistas que quieren escapar de la sociedad burguesa decimonónica. El Realismo, tendencia doctrinaria y fanática, sobrepasó las fronteras del arte para extender su lucha a la vida política y militar. Sus protagonistas van a ser mayoritariamente fieles republicanos entregados a la clase trabajadora.

Consecuentemente los artistas otorgan prioridad a la vista sobre otros principios abstractos de forma y composición, contenido emocional o narrativo. Este énfasis será asimismo esencial en la formación del Impresionismo.

Estúdiense ambos movimientos a través de la obra de Delacroix y de Courbet.

Los cambios del mapa europeo tras la caída de Napoleón y el advenimiento de la burguesía al poder provocan un fuerte interés por conocer las raíces históricas medievales, que tienen su reflejo en la revitalización de los estilos históricos: neorrománico, neogótico, neobizantino, etc. Hacia mediados de siglo se llega progresivamente a la delimitación de función y estilo que es característica de la arquitectura del Eclecticismo.

Pueden estudiarse como ejemplos el Congreso de los Diputados y la Basílica de Covadonga, entre otros. Los problemas estilísticos que preocupaban a los arquitectos del siglo XIX encontraron una primera respuesta en la estética del Modernismo, en la cual se enlazan el culto al naturalismo y la aplicación de la tecnología del hierro.

Pueden estudiarse estos planteamientos en las obras principales de Victor Horta y Antonio Gaudi

Finalmente advertir las grandes aportaciones, basadas en la experiencia óptica directa de la luz y del color, que al terreno pictórico ofrecen los impresionistas: Monet, Degas y Renoir; incluyendo como colofón del movimiento la figura escultórica de Rodin.

Del postimpresionismo estudiar a sus tres grandes protagonistas, haciendo notar que de estos maestros surgirán otras tantas direcciones que tomará la pintura del siglo XX: Cézanne y el cubismo, Van Gogh y el expresionismo, y Gauguin, que abrirá los cauces del fauvismo, ingenuismo y primitivismo.









Apuntes:

1. Romanticismo y Realismo.


Durante la primera mitad del siglo XIX, conviven Neoclasicismo y Romanticismo, a pesar de ser este segundo movimiento completamente opuesto al primero.


Ambos comparten el espíritu rebelde de la época pero parten de principios distintos. Mientras los neoclásicos se inspiran en el mundo clásico y quieren imponer la racionalidad de los ilustrados, los románticos buscaron su inspiración en la Edad Media y defendieron el sentimiento individual y las pasiones del artista.


ROMANTICISMO


Los artistas románticos conceden una gran importancia al paisaje:


Los ingleses, como Turner, representan una naturaleza tempestuosa de incendios y
tormentas, en la que tiene mucha importancia los efectos de la luz. Ejemplos de ello
son sus cuadros El naufragio (1805), Lluvia, vapor y velocidad (1844), El incendio de
las Cámaras de los Lores y de los Comunes (1835) y El temerario remolcado a dique
seco (1839).

Resultado de imagen de El temerario remolcado a dique
Los alemanes, como Friedrich, prefieren la quietud de cordilleras, lagos y acantilados
contemplados por silenciosos espectadores. Ejemplos: Monje a la orilla del mar
(1810), Caminante ante un mar de niebla (1818) y Dos hombres contemplando la luna (1819.

Otros temas comunes a toda la pintura romántica serán las ruinas de las iglesias, interpretadas como signo de la decadencia de la fe católica que es preciso revitalizar, y los cementerios a la luz de la luna, que muestran su gusto por la muerte y los fantasmas. Tres cuadros de Friedrich pueden servir de muestra: La abadía en el robledal, La ruina de Eldena, y El cementerio de Cloister nevado.

Entre los románticos franceses, destaca Eugène Delacroix, cuyos temas más frecuentes son los acontecimientos históricos contemporáneos y el exotismo oriental. Destaquemos La matanza de Quíos (1824), un homenaje a los griegos de esta isla que trataron de independizarse de los turcos, y La libertad guiando al pueblo (1830), en el que se exalta la revolución del pueblo francés que acabó con la monarquía absoluta *.



En cuanto a las características generales de la pintura romántica, que son también las de Delacroix, podemos destacar varios aspectos:

  • Prima el color sobre el dibujo.
  • La pincelada es muy suelta, libre y poco definida.
  • Las composiciones son muy dinámicas. Predominan las líneas diagonales marcadas, y también curvas o líneas ondulantes.
  • Hay mucho movimiento en las obras. Las figuras están en contraposto o escorzo, con brazos y piernas flexionadas, cabezas ladeadas...
  • Los rostros son expresivos, muy trágicos y teatrales. Los personajes abandonan cualquier signo de serenidad y adoptan posturas inestables.
  • Hay luz vibrante; esto es, zonas más claras y otras más oscuras, con lo que el reparto de la luz es desigual. El artista juega con luces y sombras, las combina, y de ese modo hay zonas en penumbra y otras con tanta luz que ésta parece vibrar. Hay luminosidad.
  • La profundidad es notoria.
  • En el Romanticismo, las escenas representadas reflejan la violencia y el dramatismo de la tensión revolucionaria que propicia el ambiente liberal de principios del siglo XIX.



* La libertad guiando al pueblo: Es una alegoría de la libertad, que lleva la bandera de la Francia revolucionaria en una mano, y una bayoneta en la otra. Ocupa el lugar principal en el cuadro, de modo que se convierte en la líder de una marcha revolucionaria compuesta por varias clases sociales (burgueses, obreros, jóvenes...) Todo el pueblo participa en la Revolución (de 1830, much@s la confunden como un cuadro de la Revolución Francesa de 1789).

REALISMO


Hacia 1850, aparece un nuevo movimiento, el Realismo. Reaccionan contra lo que consideran excesivo idealismo de neoclásicos y románticos y optan por reproducir en sus obras la realidad cotidiana.


Los realistas piensan que el arte no debe partir de la Historia sino de las transformaciones producidas por la ciencia y la industria, que están provocando la aparición de un mundo nuevo. En general, los artistas de esta tendencia son republicanos entregados a la defensa de la clase trabajadora.


En Francia, aparecen una serie de artistas que identifican arte realista con arte social. El más importante de ellos es Gustave Courbet, procedente de una familia de revolucionarios y amigo de Proudhon, un destacado socialista de la época. Entre sus obras de contenido social más importantes, podemos destacar las siguientes:



*Los picapedreros, en la que eleva a valor de símbolo la miserable vida de los peones
camineros. 
*En Las cribadoras de trigo, reivindica el trabajo de los campesinos.

*Las muchachas al borde del Sena es una denuncia de la situación marginal de las
prostitutas de París.


*En La salida de los bomberos corriendo hacia un incendio se muestra el peligro de
accidentes a que están expuestos.


El público y la crítica rechazaron estas obras. Las consideraban feas porque rompían con la elegancia tradicional que debía tener el arte. El artista se defenderá en un manifiesto en el que, entre otras cosas, afirma:


“No he querido ni imitar a los neoclásicos ni copiar a los románticos: mi pensamiento tampoco ha consistido en alcanzar la meta ociosa del "arte por el arte". ¡No! He querido simplemente extraer del conocimiento completo de la tradición, el sentimiento razonado e independiente de mi propia individualidad.
Saber para hacer, tal fue mi pensamiento. Estar capacitado para traducir las costumbres, las ideas, el aspecto de mi época, según mi apreciación; ser, no solo un pintor, sino también un hombre; en una palabra, hacer arte vivo, tal es mi objetivo."


En 1850, pinta Un entierro en Ornans, que él mismo califica como “entierro del
Romanticismo”. Representa a medio centenar de personas de su pueblo natal asistiendo al sepelio de un campesino. La composición recuerda a las pinturas barrocas holandesas, pero las figuras carecen de posturas estudiadas y grandilocuencia. Su fuerza está en la pintura misma y no en el asunto representado

El único que le compra este tipo de cuadros es su amigo Alfred Bruyas, un rico hacendado de Montpellier. Fruto será el cuadro El encuentro (llamado también ¡Buenos días, señor Courbet!), en el que se recoge un acto intrascendente: el saludo de ambos personajes en el campo.


En 1855, ante el rechazo sistemático que los jurados de los concursos, y el público
en general, mostraban hacia sus obras, Courbet decidió abrir un barracón frente a
la entrada de la Exposición Universal de París. Lo rotula con el nombre de “Realista” y en él expone 43 lienzos, presidido por El estudio del pintor, en los que muestra su enorme talento como paisajista y retratista:

En el centro del cuadro, el autor se autorretrata pintando un paisaje que le inspira su única musa, la Verdad, bajo la apariencia de una joven desnuda.
A la derecha, aparecen los admiradores de su pintura: Proudhon, el poeta Baudelaire y su amigo Bruyas. A la izquierda, el conjunto de la sociedad, explotadores y explotados, de cuyas costumbres debía ocuparse el arte por igual.


Su compromiso político con la Comuna le llevó a la presidencia de los Museos de Francia. En virtud de su cargo, decretó el desmantelamiento de la Columna Vêndome, que servía de peana a una estatua de Napoleón. Más tarde, la Asamblea Nacional lo condenó a seis meses de cárcel y a reponer el monumento derribado. Huye a Suiza, donde pasa los últimos años de su vida pintando paisajes y retratos realistas.


En 1866, pinta Courbet una obra singular y controvertida: El origen del mundo.


Permaneció oculta durante gran parte de su historia, la recibió el Estado francés en
1981 pero continuó almacenada hasta 1995. Desde entonces se exhibe en el Museo de Orsay de París.

Lo que llama la atención no es su realismo, más bien tenue, aunque la textura carnal sea perfecta. Lo que se criticó fundamentalmente del cuadro fue la brutalidad del cercenamiento de piernas, brazos y cabeza, forzando al espectador a situarse en un punto de vista inédito en la historia de la pintura.


No es imposible en cambio que Courbet hubiese recibido alguna inspiración de la naciente técnica fotográfica (que precisamente por ser técnica no se consideraba arte), pues hay fotos y daguerrotipos previos de desnudos bastante parecidos.


1. Arquitectura.


a. Historicismos.


Los arquitectos de la primera mitad del XIX pusieron de moda numerosos estilos del pasado (neobizantino, neorrománico, neogótico, neobarroco y diversos derivados del arte islámico).


Pero ninguno logró imponerse a los demás.


Los ingleses, que tenían una larga tradición gótica, resucitan este estilo en el Parlamento de Westminster (Londres). Por otra parte, y a partir de la influencia de sus colonias, construyen edificios, como el Pabellón del Príncipe de Gales, que siguen las pautas del arte islámico de la India.

En Alemania y Francia también se vuelve la mirada al gótico. Restauran y completan catedrales medievales, e incluso construyen otras nuevas. En cambio, prefieren el neorrenacimiento y el
neobarroco para las construcciones civiles. Esto explica la red de viviendas construida en el entorno de los Campos Elíseos de París. Los alemanes muestran un eclecticismo semejante, como puede observarse en los castillos construidos por Luis II de Baviera, que parecen sacados de los cuentos de hadas.


En España, podemos observar diferencias entre unas regiones y otras:


En Asturias, se recupera el neorrománico en la Colegiata de Covadonga.

En Cataluña, la Universidad de Barcelona se hará en estilo neogótico.


Sólo hay un estilo del que podemos encontrar ejemplos en diversas regiones, sobre
todo en plazas de toros y estaciones de ferrocarril: el neomudéjar. En ninguno de estos
edificios faltan el ladrillo como material de construcción, y decorados a base de paños
de sebka y arcos califales. Buenos ejemplos son la Plaza de las Ventas de Madrid, la
estación de Toledo, el edificio de Correos de Zaragoza y el Gran Teatro Falla de Cádiz.

b. Edificios de hierro y cristal.


La Revolución industrial y sus avances en la siderurgia van a permitir el uso del hierro como material de construcción. Las nuevas vigas metálicas eran más ligeras, baratas y fáciles de montar que las de madera; y permitían formas más atrevidas que las tradicionales.


Primero, se tendieron puentes y se elevaron torres, como la Eiffel en París. Luego, y
aprovechando las mejoras en la producción de vidrio, se usaron en mercados, estaciones de tren y pabellones para las exposiciones universales.



Estos avances europeos se aprovecharon en América, sobre todo tras la invención del
ascensor, para la construcción de rascacielos.


Los orígenes de estos edificios de muchas plantas están unidos al desgraciado suceso del incendio que asoló Chicago en 1871. La reconstrucción de la ciudad se aprovechó para
erradicar los materiales de construcción inflamables y resolver en altura el problema de la falta de viviendas para los numerosos inmigrantes. Además de casas, se construyeron hoteles, almacenes y edificios de oficinas.


Los forjadores de la Escuela arquitectónica de Chicago van a ser William LeBaron Jenney y Louis Sullivan, muy vinculados a las empresas que especulaban con los solares que habían quedado libres tras el incendio. Sus edificios constan de un armazón metálico, hecho de pilares y viguetas, que permitía abrir grandes ventanas al exterior. La distribución es siempre idéntica: comercios en los bajos, oficinas en los pisos intermedios y servicios en la planta alta.


En 1899, construía Sullivan los Almacenes Carson, Pirie and Scott, un bloque de diez pisos que anticipaba parte del futuro de la arquitectura en el mundo.


c. El Modernismo.


Una nueva forma de decorar surgió en Europa entre 1890 y 1910. Recibirá distintos nombres: Art Nouveau (Francia y Bélgica), Liberty (Inglaterra), Jugendstil (Alemania), Sezession (Austria), Floreale (Italia) y Modernismo (España).


Su característica dominante fue la línea sinuosa, basada en los tallos vegetales, en las
elegantes curvas de los cuellos de los cisnes y en las melenas rizadas de las mujeres.


Las manifestaciones más notorias de esta corriente se dieron en las artes aplicadas (tejidos, vidrieras, carteles publicitarios, cerámicas y muebles). Pero fueron los arquitectos los que la elevaron a la categoría de arte, al llenar de curvas tanto los muros exteriores como el interior de los edificios.


El belga Víctor Horta presenta, en la Casa Tassel de Bruselas, las claves de su estilo: volúmenes curvos; hierro en soportes, barandas de escalera y balcones; y una distribución interior de la que han desaparecido los pasillos y las habitaciones en fila.
Resultado de imaxes para Casa Tassel
Horta diseña también edificios públicos, como la sede en Bruselas del Partido Socialista Belga, la Casa del Pueblo. Una construcción de cinco pisos, con planta irregular y provista de almacenes, salas de reunión y un teatro para 1500 espectadores.


El catalán Antonio Gaudí está considerado como la mente más creativa de toda la arquitectura contemporánea. Fue un artista total que se ocupó de la organización urbanística, la construcción de edificios y los muebles y objetos que debían decorarlos.


Hombre muy religioso, llegó a considerar la profesión como una especie misión apostólica que debía cumplir a cualquier precio. Quizás en recompensa, los obispos catalanes iniciaron el proceso para su beatificación en 1989.


Sus primeros trabajos fueron de tipo historicista. El orientalismo domina en El capricho (1883- 1885), la villa que le encarga Máximo Díaz de Quijano en Comillas. Y de estilo neogótico es el Palacio Episcopal de Astorga (1887).


El éxito de estas construcciones lleva a que el empresario textil Eusebio Güell, que se
convertirá en su gran cliente, le haga diversos encargos:


*Su finca de recreo en el barrio de las Corts.


*Su palacio urbano en el corazón de las Ramblas.


*Una cripta para los oficios religiosos en la colonia obrera de Santa Coloma de Cervelló,
donde vivían los trabajadores de su fábrica.

*Una ciudad-jardín en la Muntanya Pelada, que ha recibido el nombre de Parque Güell
(1900-1914)

En la cripta y en el Parque Güell, se encuentran todas las claves de su estilo:
La inspiración en la naturaleza: geología, botánica y zoología. La audacia de sus arcos parabólicos y columnas inclinadas.


El empleo de materiales tradicionales como la piedra, el ladrillo y los fragmentos de
cerámica integrados en la masa de cemento.


El hierro y el cristal solo se utilizan como elementos decorativos.


Ya en el siglo XX, construye Gaudí dos obras asombrosas en el Paseo de Gracia de Barcelona, que rompen con el esquema tradicional de la vivienda de pisos:


*La Casa Batlló, que recuerda la estructura ósea de un dinosaurio.

*La Casa Milá, conocida como La Pedrera por simular un escarpado muro de cuevas
que parece una gigantesca escultura coronada de chimeneas que parecen de gelatina.

Pero su gran proyecto quedaría sin terminar: el templo de la Sagrada Familia, una catedral fantástica que debía convertirse en el símbolo de la cosmopolita y pujante ciudad de Barcelona.

3. El Impresionismo


a. Definición y características.


El término “impresionista”, aplicado a una forma de pintar, fue utilizado por primera vez en 1874. Lo hizo el crítico Louis Leroy, en el semanario Le Charivari para referirse a un cuadro de Monet titulado Impression, soleil levant, que muestra la salida del sol en los muelles del Havre.


La etiqueta tenía una fuerte carga despectiva y englobaba los 165 cuadros que formaban la exposición colectiva que habían montado 30 artistas que habían sido rechazados en varios concursos oficiales. El fracaso de la muestra fue estrepitoso. Por otra parte, estos artistas se habían enfrentado a la Academia. Y la buena sociedad francesa consideraba “enemigos políticos del régimen” a todos los que se salían de la tradición artística.


En realidad, ni Monet ni Renoir ni Degas (otros pintores que participaron en la exposición) constituían una amenaza social. Lo único que pretendían era atrapar la naturaleza en los cuadros, tal como ellos la veían, sin añadir ningún mensaje moral. Pero su audacia de reproducir la apariencia, sin elaboración posterior, era contraria al arte oficial.


Como método de trabajo, los impresionistas defendían la pintura al aire libre en contra del ambiente cerrado del taller, que impedía observar los cambios que producía en los objetos la cambiante luz natural. Madrugaban y salían con el caballete al hombro buscando ambientes propicios, bien en la naturaleza, bien en las calles o cafés. Con frecuencia, los cambios producidos por el sol o las nubes los obligaban a recoger sus bártulos y volver al día siguiente a la misma hora.


Temas:


*Su modelo principal sería el paisaje, con el sol reflejado sobre el agua, los árboles o la
piel de las personas.


*Se interesan también por los progresos recientes, como los barcos de vapor o las
estaciones de tren envueltas en el humo que lanzan las locomotoras.


*Les entusiasma el mundo cotidiano de su época: las regatas, las carreras de caballos, la
ópera y el ballet.


*Desprecian los cuadros con historia pues consideran que para documentar los
acontecimientos trascendentes ya estaba la fotografía.


Técnica y color:


*Huyeron de las sombras negras que empleaban los pintores académicos.


*Utilizaban las mismas leyes ópticas, aunque habían llegado a ellas de manera intuitiva,
que había descubierto en el laboratorio el químico Chevreul.


*La técnica fue de pincelada fragmentada, de toque suelto y espontáneo, a veces
aplicada directamente con el tubo. La sensación que daba es que la obra estaba
inacabada. Leroy despreciaba esas manchas de color, que llegó a calificar de
“lametones”, y consideraba que los impresionistas no sabían pintar porque habían
abandonado el bello arte del dibujo. Llegó a decir que “la impresión creada por los
impresionistas es la que produce un mono cuando se apodera de una caja de colores”.


Sin embargo, tuvieron también notables defensores. El novelista Zola escribió:


“Este estudio de la luz en sus mil descomposiciones y recomposiciones es lo que se llama, más o menos propiamente, Impresionismo, porque un cuadro se vuelve desde entonces la impresión de un momento experimentado frente a la naturaleza. Los chistosos de la prensa han partido de esto para caricaturizar la pintura impresionista, que anda a la caza de impresiones, con cuatro pinceladas informes”.


b. Pintura: Monet, Renoir, Degas.


CLAUDE MONET (1840-1926)


Es el paisajista del grupo y el único que se mantuvo durante toda su vida fiel al movimiento impresionista. “Quiero pintar lo imposible [...] quiero pintar el aire”, dijo por carta a un amigo.


Su interés por la atmósfera le llevó a buscarla en ambientes diferentes:


*En 1870, capta la bruma de Londres sobre el Támesis.


*En 1885, recorre el Midi francés para pintar el rotundo sol de la Provenza.


*En 1895, viaja a Noruega con la esperanza de captar el aliento frío de la nieve.
Pincha en el cuadro
"Impresión, Sol naciente" (1873)


Una consecuencia de esta ambición estética fue su afición por las series: varias reproducciones de un mismo tema para comprobar los efectos cambiantes de la luz y el color en horas y estaciones diferentes. Sus series más conocidas son las que tienen como objeto la Fachada de la catedral de Ruán y las doce pinturas de nenúfares sobre el agua, tituladas genéricamente Ninfeas, donde las formas están disueltas en manchas de color.


AUGUSTE RENOIR (1841-1919)


Su interés por la figura humana le llevó a ser el mejor retratista del grupo:


*Retrató varias veces a Monet y a Sisley.


*Sus amigos quedaron inmortalizados para siempre en un cuadro notable: Moulin de la
Galette.

*Pintó a Madame Charpentier y sus hijos, la familia de un influyente editor, lo que
produjo un gran éxito y que se le abrieran las puertas de la sociedad burguesa.

Hacia 1883, se produjo una ruptura en su obra. Se convenció de que no sabía “dibujar ni
pintar” y recuperó la línea en sus composiciones:


*En Almuerzo de remeros, conserva todavía manchas de color.

*Pero en El paraguas vuelve al dibujo y a las enseñanzas adquiridas en los museos.


Tras estas experiencias, se retira a la Costa Azul y empieza a reproducir desnudos femeninos,caracterizados por una fuerte sensualidad. En sus últimos años, aquejado de artritis, se ata los pinceles a las manos para poder seguir pintando. Es entonces cuando afirma: “Sé que el cuadro está terminado cuando me dan ganas de acariciarle las nalgas”.


EDGAR DEGAS (1843-1917)


Es el menos “impresionista del movimiento. Rara vez pintó al aire libre y sus cuadros tienen el dibujo como base. Si se le incluye en el grupo es por su pincelada clara y por uso de colores puros.


Hijo de un banquero, quiso ser el pintor de la burguesía y sus aficiones. Primero, nos informa del mundo de las carreras de caballos. Y, más tarde, se adentra en el ballet, del que nos muestra los ensayos, el descanso de las bailarinas, sus movimientos entre bambalinas, etc.

 El foyer de la danza en la Opera



Seducido por el mundo femenino, se adentra en el tema de las mujeres y su arreglo: las
presenta desnudas bañándose, peinándose ante el espejo o sorprendidas en su intimidad.


Su técnica y composición es muy personal. Degas emplea el pastel y sus composiciones
resultan instantáneas fotográficas de primeros o primerísimos planos, lo que demuestra que estuvo muy influido por esta técnica.


c. Escultura: Rodin.


Auguste Rodin (1840-1917) fue el artista que más se acercó al impresionismo desde la
escultura. Como sus compañeros de movimiento, también fue rechazado en los salones
oficiales, pero logró de manera magistral que sus obras simulasen actitudes y posiciones
cambiantes.


Centró su atención en la naturaleza y rechazó intencionadamente el acabado perfecto de la obra. Al dejar zonas pulidas junto a otras en bruto, dio a sus creaciones un claroscuro pictórico.


Su trabajo más ambicioso fue Las puertas del infierno:


Encargado en 1880 por el Museo de Artes Decorativas de París, el gobierno canceló el
proyecto y la obra permaneció en el taller del artista, donde le fue añadiendo elementos hasta su muerte.


Extrajo la iconografía de la Divina Comedia, de Dante, y del poemario de Baudelaire,
Las flores del mal.


Está formado por pequeñas figuras, retorcidas y llameantes que van abultándose,
desde el relieve plano al altorrelieve tridimensional.


Varios de los modelos de Las puertas del infierno serán reproducidos después en estatuas independientes, como El pensador o Las tres sombras.



Otras memorables obras de Rodin son Los burgueses de Calais, El beso y el doble retrato de Balzac, en busto y de pie.



4. Postimpresionismo: Cézanne, Gauguin y Van Gogh.


Roger Fry, pintor y crítico de arte, utilizó el término postimpresionista para referirse a los pintores que habían seguido la estela del impresionismo.


Tres grandes pintores utilizaron el camino abierto por Monet y sus compañeros de movimiento para renovar el impresionismo y, cada uno a su manera, abrir las puertas de las vanguardias del siglo XX: Cézanne, Gauguin y Van Gogh.


PAUL CÉZANNE (1839-1906)


Artista fracasado hasta entonces, alcanzó la madurez artística bastante mayor, a los 50 años.


Hijo natural de un sombrerero enriquecido, la herencia recibida a la muerte de su padre,
cuando ya tenía 46 años, le libró de las dificultades económicas. Por esa época, rompe también con el escritor Zola, su amigo durante mucho tiempo, por sentirse retratado en la novela La obra, que cuenta la historia de un pintor fracasado que acaba suicidándose. Es entonces, cuando crea una obra verdaderamente original.


No cree, como los impresionistas, que la pintura deba basarse exclusivamente en la mirada.


Piensa, por el contrario que “la vista y el cerebro, las dos, deben ayudarse entre sí”. Y formula su credo artístico de esta manera:


“En la naturaleza, todo se modela según la esfera, el cono y el cilindro. Hay que aprender a pintar sobre las bases de las formas simples y entonces podrá hacer uno todo lo que desea”.


El cubismo, que luego desarrollarán Picasso y otros, está cercano.


La simplificación de la naturaleza en líneas perpendiculares y diagonales aparece
en cuadros como Los grandes bañistas, Los jugadores de cartas, Bodegón con
manzanas y naranjas, Bodegón con cebollas o La vista de Aubers.

Pero es en la serie dedicada a La montaña de Santa Victoria donde condensa lo
más novedoso de su arte: formas geométricas construidas con grandes pinceladas
y basadas en tres colores básicos (el verde del monte bajo mediterráneo, el rojo
de la tierra de la Provenza y el azul del cielo a mediodía).



Su vida es una historia de aventuras. Nació en las Islas Marquesas, se crió en Lima
y pasó su juventud en París, donde fue marino mercante y corredor de bolsa.


Entonces comienza a pintar. Expone con los impresionistas pero pronto se aleja
de ellos. Marcha a la región francesa de Bretaña buscando el “primitivismo”. Viaja
a Panamá y La Martinica con el deseo de “vivir como un salvaje”.


Cuando regresa a Francia, vive una temporada con Van Gogh pero la cosa acaba
mal. Finalmente, su rechazo a la civilización occidental y la nostalgia que tiene del
trópico lo llevan a los mares del Sur, concretamente a Tahití.


Gauguin abandonó a los impresionistas porque, según dijo, estos “buscaron el ojo,
en lugar de buscar en el fondo misterioso del alma”. Ya en sus primeros cuadros,
pone el acento en el mundo interior, utilizando una técnica decorativa que
recuerda los esmaltes y las vidrieras. Las figuras y los paisajes tienen contornos de
líneas negras, rellenando luego los espacios con manchas planas de color. Un
ejemplo es La visión después del sermón: Jacob luchando con el ángel.


Preguntado una vez por las claves de su arte, contestó: “En lugar de copiar la
naturaleza tal como se la ve, se la debe transformar en juego de colores libres y
subrayar los arabescos simples y expresivos por placer de la vista”.


Esta mentalidad ingenua la desarrolla en la Polinesia, retratando la civilización sin
contaminar de los indígenas, sus playas, sus casas y sus selvas. De esta etapa,
destaquemos sus cuadros I Raro te Oviri (1891), Manao tupapau (1892), Rupe
Rupe (1899), Mujeres de Tahití (1891) y, sobre todo, ¿De dónde venimos?
¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? (1897).





VINCENT VAN GOGH (1853-1890)


Solo vivió treinta nueve años y tuvo una existencia difícil y desequilibrada. Acabó
suicidándose de un disparo en el pecho y dejó tras de sí una obra inmensa (879 cuadros) y muy rica.


En vida, vendió un único lienzo, pero en las últimas décadas, sus cuadros han
batido todos los récords en las subastas. En 1956, el director V. Minelli realizó una
película, El loco del pelo rojo, que lo dio a conocer y lo convirtió en un personaje
muy popular.


Hijo de un pastor calvinista, se inició en el arte como marchante de una galería.


Pero una serie de desengaños amorosos le provocó una inestabilidad emocional
que le llevó a ser despedido de la empresa para la que trabajaba.


Mantuvo una intensa correspondencia con su hermano Théo (su apoyo
emocional y financiero), por la que conocemos detalles de su vida. Buscó apoyo
en la religión hasta el punto de convertirse en un fanático.


Los últimos nueve años de su vida los pasa pintando frenéticamente. Se interesa
por los temas de contenido social, que cultiva con cuadros sombríos de tonos
oscuros y grises. Buen ejemplo de ello es Los comedores de patatas. El propio
artista comentaba así esta obra:


“He querido aplicarme escrupulosamente a dar la idea de que esta gente que bajo la lámpara come patatas con las manos, metiéndolas en el plato, también han trabajado la tierra, y que mi cuadro exalta el trabajo manual y la alimentación que ellos han ganado tan honradamente”.


En 1886, fija su residencia en París, donde alegra los temas de sus cuadros. Théo
le presenta a los impresionistas y aprende de ellos la pintura colorista y clara,
aunque decide no seguir esa escuela de forma exclusiva sino fijarse también en
otros modelos: Rubens, Delacroix y las estampas japonesas.


Los dos últimos años los pasa en el sur de Francia, donde alcanza la madurez
como artista, aunque tiene que ingresar varias veces en hospitales psiquiátricos.


Su estilo de este periodo se define por la línea firme de los japoneses y el color
como inspirador de la emoción. Como obras principales de esta última etapa, podemos citar:


*La iglesia de Auvers-sur-Oise
Resultado de imagen de La iglesia de Auvers-sur-Oise
*La noche estrellada

*Los girasoles

*La casa de Arlés (la habitación de Arlés)


La terraza del Café de la Place du Forum

*Una serie de 43 autorretratos en los que ensaya pigmentos y técnicas
tomando como referencia su rostro, cada vez más deteriorado.


https://www.youtube.com/watch?v=Ts141-CepzI

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